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Aquí tienes 1 Emoción, 3 Frases y 1 Reflexión para considerar esta semana.
UNA EMOCIÓN
Cada año, durante los primeros días de enero, se celebra un gran ritual del budismo tibetano. Con gran precisión y paciencia un grupo de monjes budistas invierten 10 días en elaborar un mandala.
Y después, cuando el décimo día llega y el mandala fue terminado, los monjes budistas lo destruyen, así sin más. El hecho de destruir aquello por lo que llevan días trabajando simboliza el desapego de las cosas materiales y su efímera duración en el ciclo del tiempo.
En Japón, hay una emoción que encapsula a la perfección esta dinámica de impermanencia: Mono no aware.
Se trata de una palabra japonesa que describe una emoción sumamente compleja, que aflora cuando estamos ante algo que sabemos pronto habrá de evaporarse. Mono no aware, a menudo se asocia con un sentimiento conmovedor de fugacidad, una hermosa tristeza ante lo transitorio de la vida y de los objetos, como el bello espectáculo de las hojas de otoño cuando están a punto de caer.
Mono no aware, es una de las emociones más bellas y profundas, porque nos recuerda que también nuestra existencia y no solo las cosas son fugaces e impermanentes.
TRES FRASES
Andrew Solomon, periodista y escritor:
“El amor nos abandona de tanto en tanto, y también nosotros abandonamos al amor.”
Fyodor Dostoevsky, uno de los mejores escritores de todos los tiempos:
“Sobre todo, no te mientas a ti mismo. El hombre que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras llegan a un punto en el que no son capaces de distinguir la verdad dentro de él o a su alrededor, por lo que pierde todo respeto por sí mismo y por los demás. Y sin respeto deja de amar... Sobre todo, evita la falsedad, todo tipo de falsedad, especialmente a ti mismo”.
Merle Shain, escritora y periodista canadiense:
“Amar a alguien significa ayudarlos a ser más ellos mismos, lo que puede ser diferente de lo que te gustaría que fueran, aunque a menudo resultan lo mismo”.
UNA REFLEXIÓN
Esta es una de las enseñanzas centrales del cristianismo:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
¿Suena increíble, verdad? Imaginar a un mundo en el que todos nos amamos mutuamente, es sin duda, la utopía más grande que podamos concebir. Te desafío, realmente, a que imagines un mundo más idílico que uno en el que todos los habitantes se aman los unos a los otros. Tan utópico resulta, que incluso es tentador pensar que así es como debe ser, si existe, el paraíso. Un espacio libre de tensiones, de conflicto, de sufrimiento. Tendría que ser así, porque si todos nos amamos, ¿cómo podríamos entrar en conflicto con los demás?
Pero por otro lado, hay algo que quizá no hemos considerado del todo, cuando releemos con cuidado esta máxima, vemos que hay un pequeño detalle en el que no habíamos reparado lo suficiente, dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, así es, como a ti mismo. Este pequeño detalle, le da un giro muy interesante a las cosas, y las pone en un nivel más terrenal, menos utópico.
Hay otra enseñanza que también es uno de los pilares del cristianismo, de hecho, es el más importante de sus mandamientos: “Amarás a Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Esto es, desde luego, una forma de amor muy profunda y completa, mucho más dificil de alcanzar que la primera que expusimos.
Y ahora surge la pregunta: ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de amar al prójimo exactamente como nos amamos a nosotros mismos? Mi mejor apuesta es que viviríamos en un mundo bastante parecido al de hoy.
¿Por qué? Bueno, pues resulta que ahora mismo pocos nos amamos con plenitud (es decir, “con todo el corazón, y con toda el alma, y con toda la mente”), ciertamente yo no lo hago y de ahí surge mi reflexión: que de la misma manera en que me amo de manera incompleta, me parece, también lo hacen los demás, al menos, la inmensa mayoría.
¿Por que digo esto? porque ¿acaso si nos amaramos plenamente nos trataríamos de la manera en la que lo hacemos? ¿nos estresaríamos voluntariamente como lo hacemos ahora, persiguiendo el éxito, el poder, el estatus y sacrificándonos en esta búsqueda?
Si nos amaramos con plenitud, ¿acaso seríamos tan sedentarios? si fuera un amor profundo el que sentimos hacia nosotros mismos, ¿descuidaríamos tanto los aspectos interiores de nuestro ser?
Amarnos con plenitud implica cuidar cada aspecto del ser: mente, emociones, cuerpo y espíritu... En cambio, empujados por una cultura y una sociedad cuyas imposiciones no cuestionamos, la mayoría de nosotros nos enfocamos en cultivar solo los aspectos del ser que nos ayudarán a tener más éxito social o material, como si esa fuera la esfera más importante de todas las que nos componen, como si de ella dependiera el bienestar del resto de nuestro ser.
Amarnos de esa manera quiere decir que nos amamos a medias, y que, además, ese amor también depende de la percepción que los demás tengan de nosotros.
Y es cierto, podemos engañarnos y decirnos: “es que persigo todo eso porque busco seguridad y busco seguridad porque me amo”. Pero seamos honestos: ¿perseguimos todo esto por seguridad? ¿nada tiene que ver la percepción de los demás? ¿el que dirán? ¿su aceptación, reconocimiento y opinión? Por eso Marco Aurelio, el filósofo emperador, decía:
"Nunca deja de asombrarme: Nos amamos a nosotros mismos más que a los demás, pero nos importa más su opinión, que la nuestra."
Así que si ahora mismo amáramos a los demás, tal como nos amamos a nosotros, desde el vecino con el que apenas cruzamos miradas, hasta nuestros seres más queridos, todo lo que desearíamos para ellos es una realización muy parcial, exitosa en los planos exteriores, pero pobre en los interiores.
Les diríamos: “no importa que te estreses, que padezcas, que dediques una buena parte de tu tiempo a conseguir estatus y éxito material, no importa que sacrifiques tu cuerpo, emociones y mente en esa búsqueda... te amo tanto que eso es lo que te deseo.”
Pero en el último de los casos, ¿esa es la clase de amor que el mundo necesita? ¿queremos rodearnos de esas personas? ¿educar a más hijos así, con una comprensión tan parcial de la vida y de ellos mismos?
Me parece que ahora mismo el mundo es un reflejo de la manera en la que nos amamos, así que si consiguiéramos amar a los demás de esta manera, parcial, a medias, sin contemplar a todo nuestro ser, en mi opinión, el mundo no sería muy diferente de este en el que hoy vivimos. Un mundo esquilmado por nuestra implacable búsqueda de estatus, de poder, de experiencias, de posesiones.
Pepe Mujica, el ex Presidente Uruguayo, explicó muy bien esta dinámica en uno de sus discursos:
“Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el dios-Mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida... Parecería que hemos nacido sólo para consumir, y consumir, y cuando no podemos, cargamos con la frustración, la pobreza y hasta la auto-exclusión”.
Antes de llegar al punto en el que intentemos amar a los demás, a la totalidad del mundo, me parece necesario que primero aprendamos a amarnos individualmente con plenitud, cada elemento, cada esfera, cada parte que compone la totalidad del Yo, y no sólo una parte como hasta ahora la mayoría hemos hecho.
“Primero aprende a amarte y después ama a los demás como a ti mismo”, es en mi opinión, la parte de la enseñanza que olvidaron comunicarnos.
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Muy a mi pesar, coincido con tu opinión. Es probable que estar en este mundo solo sea parte del proceso de aprendizaje, de aprender a amarnos a nosotros mismos, lo cual en mi poca experiencia es lo más difícil que he intentado hacer. No estoy segura, pero me parece que en Metafísica hablan sobre la evolución y sus niveles. Supongo que tu estas mejor informado que yo en este tema, sería interesante que en alguna de tus publicaciones hablarás un poco más sobre este tema de amarse a uno mismo.